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El recreo adiós

Recuerdo los últimos días del sexto grado y la transición que se avecina a la secundaria. Lo que me aterrorizaba la mayoría no eran los rumores de los agresores y los niños grandes, fue el hecho de que no habría más recreo. ¿Podría ser esto real? ¿Se séptimo grado no les importa que salir fuera y disfrutar de un juego de pick-up de balón prisionero? Esos fueron días oscuros y ninguna cantidad de charla acerca de Transformers iba a hacer que sea más ligera.
Cómo se difundió el rumor de que nadie sabía. Ninguno de los maestros lo confirmaría. Acaban de limpiar sus gargantas y cambiar de tema. Las únicas personas que podían obtener información sólida desde eran nuestros hermanos mayores. Y sí, era verdad - no había más receso después del final del sexto grado. Pero había que mantener un labio superior tieso; teníamos los estudiantes de quinto grado en que pensar.
Algunos de nosotros tratamos de ofrecer una visión diferente de la situación. Esto podría ser una especie de broma de la graduación o la parte de la cámara oculta cuando la cámara apunta hacia fuera y todos se ríen? Pues bien, todas nuestras preguntas y dudas se abordaron suficientemente pronto cuando un representante de la alta secundaria vino a visitarnos. Estábamos reunidos en el auditorio, prácticamente batido lejos en secreto. Allí, bajo las luces fluorescentes se nos dijo acerca de la nueva estructura de nuestros días por venir.
Decir que la noción de séptimo grado fue es un eufemismo anti-clímax. Haber llegado tan lejos sólo para terminar con un golpe era más de lo que podía soportar. Parecía que ayer estaba en el jardín de infancia, el descubrimiento de formas y escuchando a la hora del cuento. Había algo mágico en el recreo, algo liberador. Por supuesto, no habría un gimnasio en el séptimo grado, pero eso no era nada como la libertad caótica, no planificada de la escuela.
Los días grises de la secundaria estaban todavía por delante de nosotros. En estos últimos días de sexto grado, todo lo que tenía era unos de otros y el recreo. Fueron días embriagadores, ido demasiado rápido, pero recordado por toda una vida. Incluso ahora, todavía puedo sentir la textura de las cuerdas para saltar de plástico, el sol cayendo en mi cara, y esa sensación de que algo más de la valla, en un momento de espíritu de rebelión, se podía saltar la valla de tela metálica y correr a casa, ejecutar en cualquier lugar.


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